Deportivo Bangladesh, el club que nació por amor a la Scaloneta
Conmovido por el furor que despertó la Selección en aquel país , Argentina tiene un club de fútbol en homenaje a los hinchas asiáticos.
Los fuegos que encendió el Mundial de Qatar en todo el planeta siguen encendidos y parecen lejos de apagarse. La conquista del título por la Selección argentina reveló la devoción por Messi y el resto de la Scaloneta en Bangladesh, en el sur de Asia, donde la pasión por la celeste y blanca desborda tribunas, bares y parques públicos y atraviesa a todas las generaciones.
A más de 16 mil kilómetros del epicentro de ese fenómeno, en Villa Luzuriaga (en el partido bonaerense de La Matanza), Dylan Forciniti -hincha de Banfield y creador del Museo del Ascenso- se propuso retribuir de alguna manera esa ofrenda de amor colectivo por el fútbol argentino y decidió fundar el club Deportivo Bangladesh.
El impacto superó todas las expectativas: los amigos empezaron a encargarle la camiseta de ese club todavía imaginario, a la que Forciniti tuvo que dar forma a las apuradas por Internet junto a su amigo Cristian Dodero. Pese a la urgencia, ninguna pieza esencial parece faltar en el diseño, por sobre los colores rojo y verde de la bandera de Bangladesh: imágenes de Maradona, Messi, San Martín y el máximo prócer del país asiático.
Desde San Lorenzo (Santa Fe) se ofreció a aportar el escudo el policía Luciano Rizzi, otra alma gemela fanática del fútbol y coleccionista de camisetas de todas las ligas y categorías que integran la AFA.
La iniciativa había surgido el 16 de diciembre de 2022, es decir, pocos días antes de la final mundialista, apenas como una nueva cuenta asomada tímidamente en Facebook, que anunciaba la idea de fundar la institución y captaba a poco más de treinta seguidores.
Pero todo se disparó hace un mes, cuando la flamante comisión directiva -el presidente Forciniti, Dodero, Leandro Gallicchio y Matías Zamora- encabezó la presentación oficial en el club Gimnasia y Esgrima de Vélez Sarsfield junto a quince integrantes de la comunidad bangladesí de Buenos Aires, parte de una corriente de inmigrantes que reúne a unos 2 mil miembros en el país.
“A partir de esas reunión decisiva, nuestros seguidores de las redes sociales se multiplicaron hasta llegar a más de 5 mil y más de mil jugadores se ofrecieron desde Daca y otras ciudades de Bangladesh para viajar a Argentina y sumarse al futuro plantel. Al mismo tiempo nos llegan pedidos de camisetas, bendiciones en nombre de Alá y muchos mensajes de cariño, no sólo desde Bangladesh sino también de Pakistán, Sri Lanka, India, Nepal, Islas Maldivas, Filipinas, Italia y países de América”, describe Forciniti el desbordante fenómeno que estalló con los primeros cimientos de su criatura.
Del partido de La Matanza donde nació, la sede del club se mudaría a San Andrés de Giles, para que el equipo a conformarse pueda entrenar cerca del estadio de la Liga de Mercedes y participar del torneo local, que otorga tres plazas que clasifican al Regional Amateur, la antesala del campeonato Federal A.
Los creadores del emprendimiento sueñan en grande, empujados por la ilusión de buena parte de los 170 millones bangladesíes. A toda hora reciben mensajes de aliento, que mezclan bengalí con español e inglés para expresarles su amor incondicional a la camiseta rojiverde.
Forciniti y compañía destacan el paso del director técnico argentino Diego Cruciani al frente de la Selección de Bangladesh, como un antecedente de peso para acordar partidos amistosos del Deportivo en tierras bengalíes. Mientras tanto, el experimentado entrenador y ex futbolista Eduardo “Chavo” Anzarda -amigo personal del fundador del club- surge como un candidato a tener en cuenta para ayudar a clasificar a Bangladesh por primera vez a una Copa Mundial.
La pasión por el Deportivo crece a paso lento en el Oeste del conurbano, aunque su impacto supera las fronteras, para resonar con fuerza en Bangladesh. Por ahora, ni sus propios mentores imaginan los límites de esta aventura surgida sin estridencias, a la sombra de la Scaloneta.
Cristian Sirouyan / Clarin